Y si mi vagina hablara?

Sin duda diría que está feliz, que no le falta nada, que está bien cuidada y muy regaloneada...

Y cuantas minas pueden decir lo mismo?, really, espero que muchísimas. Estaba leyendo el guión Los Monólogos de la Vagina y se me ocurrió hacerme esta pregunta, un poco en broma y un poco en verdad. Les pregunté a varias amigas, algunas me miraron con unos ojos gigantes y no supieron que decir, otras más bakanes dijeron que tenían flores aromáticas, gozadoras, hambrientas y hasta pobladas. Una dijo que había tenido que reconstruirla luego del parto de su hija (yo aliviada agradecí al cielo mi cesárea), y así entre tiras y afloja supe como eran las vaginas de quienes me rodean, la mayoría tienen vaginas gozadoras y felices.

Es bien freak en lo que pensé luego de mi lectura, llegué incluso a pensar que mi flor algunas veces tenía sentimientos y otras veces me debía odiar por no darle descanso. Pensar que nuestros genitales tienen voz propia es una de las tantas locuras que pasan por mi cabeza diariamente, pero en el fondo, no es tan descabellado preguntarnos como se sienten nuestras vaginas, a fin de cuentas es el lugar donde se concretan la mayoría de nuestros negocios amorosos y no está de más preocuparnos de ella y cuidarlas.

Si, cuidarlas pue, así como vamos a la peluquería mensualmente a cambiarnos el color de nuestro cabello, también debemos ir donde nuestra peluquera amiga y despoblar ese tan bello lugar, usar productos poco invasivos para evitar alergias, productos que no cambien nuestro agradable aroma natural por el de un campo de rosas y de sobra está decir "no maltratarla" ni darle de comer cualquier mierda. Acariciarla más seguido y así conocer nuestro cuerpo, mira que hay muchas minas que jamas en su vida se han mirado ahí abajo, no tienen ni idea de donde tienen el clítoris, otras que de pudorosas no dejan ni que sus minos las miren de cerca.

Sé que generalmente escribo sobre historias amorosas y calentonas, otras tantas peleo y me quejo, pero esta vez quería invitar a las niñas que me leen a dejar de lado los tabúes, a dejar de sonrojarse y a preguntarse como estan sus flores, niñas, santita o como quieran llamarles. A regalonearlas y no sólo adornarlas con lencería bonita, no sólo a tocarlas para ponerse el tampon, en fin, a explorar lo más bello y sabroso de nuestra naturaleza.